Publicamos este artículo por su gran interés en la conservación de la agrodiversidad de Canarias. Las papas antiguas se han perdido en la mayoría de las islas, pero en Tenerife se mantiene el cultivo de algunas variedades como indica el artículo. Algunos agricultores están reintroduciendo algunas de ellas en islas como Gran Canaria.
Autor: Domingo Ríos Mesa (Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife)
El artículo ha sido extractado de www.bienmesabe.org
La importancia de Canarias y de las variedades antiguas de papa que existen aquí, es decisiva en el estudio de la introducción e historia de la papa en Europa, pues como ya se ha dicho, Canarias fue el lugar donde primero llegó este tubérculo, procedente de América, y probablemente también, donde primero se cultivó.
La papa fue introducida en Canarias durante la segunda mitad del siglo XVI, y esta referencia es la primera que se tiene acerca de que la papa se cultivara fuera de su lugar de origen, América. Las primeras papas, y otras introducidas en los siglos posteriores, fueron quedándose en Canarias, donde las condiciones climáticas y la ubicación geográfica permitieron su adaptación. Los agricultores de la época, mediante procesos de selección, también favorecieron que unos tipos de papas perdurasen y otros se perdieran.
La mayoría de las papas que se han conservado son de origen andino, pero otras, posiblemente, proceden de otras zonas de Sudamérica. También se conservan otras variedades, llegadas a lo largo del siglo XX, cuya semilla ya no se produce pero que los agricultores conservan porque aprecian sus características. Todas ellas están ligadas a diferentes agrosistemas de producción, diferenciándose las variedades y técnicas de cultivo en función de las comarcas productoras.
En la actualidad, en Tenerife hay un gran número de variedades que podríamos considerar muy antiguas, como las conocidas como papas bonitas (coloradas, blancas, llagadas, ojo de perdiz y negras), negras o negras yema de huevo, azucenas (blancas y negras), torrenta o terrenta, borralla o melonera, colorada de baga, mora, pelucas y palmeras, además de otras, que si bien han quedado para autoconsumo de los agricultores, por su escaso interés comercial, no dejan de tener un gran valor patrimonial, por lo que deben conservarse. Todas ellas están ligadas a diferentes agrosistemas de producción, diferenciándose las variedades y técnicas de cultivo en función de las comarcas productoras y de las diferentes fechas de plantación. Así, por ejemplo, las papas borrallas o meloneras se asocian a los Parques Rurales de Teno y Anaga; las coloradas de baga y terrentas a la franja que va desde La Esperanza hasta el Valle de la Orotava; las azucenas a todo el norte de la isla, teniendo especial renombre las de El Palmar en Buenavista. Esto no quiere decir que no se planten en otras zonas de la isla, pero sí que existe una cierta tradición que vincula las zonas de cultivo con las variedades de papas. Son por lo tanto un bien patrimonial de todos los canarios, y en especial de los agricultores que las han conservado hasta la actualidad. Ahora es responsabilidad nuestra, y de generaciones futuras, conservarlas, favoreciendo su consumo.
La semilla de estas papas antiguas las producen los propios agricultores, estableciendo procesos de intercambio de semillas entre diferentes zonas de la isla, o incluso entre diferentes tipos de suelo y condiciones climáticas en una misma comarca, con el fin de mejorar la productividad de las mismas. Hoy en día, de las papas antiguas o tradicionales de Tenerife se plantan unas 900 ó 1000 hectáreas, aunque estas cifras han sufrido variaciones en los últimos años, debido a la competencia por el suelo o el abandono de la actividad agrícola, pero, sobre todo, tras la aparición de la polilla guatemalteca.
Árbol genealógico.
Aparte de los trabajos de investigación que se han realizado con anterioridad y que han permitido avanzar en el conocimiento previo de estas variedades tradicionales, en el CCBAT (Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife) se han realizado estudios de caracterización morfológica, agronómica, nutricional y molecular, en colaboración con otros centros de investigación, regionales, nacionales e internacionales. Estas investigaciones han permitido determinar la originalidad de las papas antiguas de Tenerife. En los estudios moleculares realizados nuestras papas de origen andino están claramente emparentadas con las papas de Los Andes, pero mantienen unas características especiales. Lo que nos permite afirmar, en una primera aproximación, que aún manteniendo sus orígenes andinos, las papas han evolucionado en Canarias, ya sea por la selección hecha por los campesinos o por la más que probable multiplicación sexual, efectuada en el pasado, y que consiste en plantar las semillas que tienen los frutos de las plantas y no las propias papas, tradicionalmente conocidos en Tenerife como bagas. Esto explicaría parte de su originalidad, tal corno ya escribía D. José de Viera y Clavijo a finales del siglo XVIII, en su Diccionario de Historia Natural de Las Islas Canarias.
Papas negra, un tesoro.
Pero, además, parece que, en el pasado, se han producido ciertos híbridos entre nuestras papas, ya que papas como las borrallas, coloradas o negras presentan características que, probablemente, sean únicas en el mundo. Estas últimas, las negras, pueden considerarse un tesoro, ya que tienen un número de cromosomas distinto del resto de papas que tenemos en la isla y, comparándolas con papas de Los Andes de la misma especie, no presentan una relación de parentesco que sea tan clara.
De los trabajos realizados, también parece deducirse que llegaron papas de la otra zona sudamericana donde tradicionalmente se han cultivado papas más adaptadas a las condiciones europeas, en concreto del archipiélago de Chiloe, en el sur de Chile, situado entre los paralelos 41° y 43° de latitud sur. Este podría ser el caso de la papa mora, cuyas primeras citas históricas encontradas datan de la segunda mitad del siglo XVIII, en la comarca de Anaga. Datos que parecen confirmar un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Wisconsin. Estos científicos, mediante el estudio del ADN de las muestras de papa que se conservan en los más importantes herbarios europeos, han concluido que las variedades procedentes de Los Andes y de Chiloe convivieron en Europa con anterioridad y posterioridad a la hambruna irlandesa de mitad del siglo XIX. Por este motivo, la importancia de Canarias y de las variedades antiguas de papa que existen aquí, es decisiva en el estudio de la introducción e historia de la papa en Europa, pues como ya se ha dicho, Canarias fue el lugar donde primero llegó este tubérculo, procedente de América, y probablemente también, donde primero se cultivó.
Por todo ello, nuestra labor prioritaria, en los próximos años, es garantizar que los agricultores conserven el cultivo de la papa, que es la mejor forma de mantener toda la variabilidad genética, la biodiversidad, que encierran, pero también los usos y las costumbres tradicionales asociados al mismo. Para ello, debemos favorecer su producción, su consumo y sobre todo su conocimiento entre los propios canarios. En cuanto a la producción, la labor se está orientando hacia la obtención de una semilla de mayor calidad para ser cultivada, ya sea rescatando los métodos tradicionales de selección de la semilla en el campo, a través de las Agencias de Extensión Agraria y Desarrollo Rural, o mediante el uso de las papas saneadas por cultivo in vitro por la empresa Cultivos y Tecnología de Tenerife (COLMA).
Las excepcionales características organolépticas de estas papas permiten abordar su exportación con total garantía de éxito, lo que asegura una potencial demanda que permita una expansión significativa de la superficie de cultivo. Por ello, los mayores esfuerzos, en los próximos años, deben destinarse a la valorización de este producto, con acciones que vayan orientadas, especialmente, al sector distribuidor y al propio consumidor. Un objetivo al que contribuirá, significativamente, la futura Denominación de Origen.
Un banco de papas.
El Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola del Cabildo Insular de Tenerife (CCBAT) mantiene, en cámara frigorífica a 4ºC y con un 85% de humedad relativa, una colección en dos réplicas de más de 130 variedades de papas, que anualmente son plantadas y de las que se escogen los mejores pies para su conservación durante el siguiente año. De este modo se tiene garantizada su conservación y, sobre todo, se evita la pérdida de aquellas variedades que se encuentran en riesgo de extinción, o como se conoce técnicamente, en riesgo de erosión genética. Además, una copia de la colección se conserva corno cultivo in vitro en las instalaciones de CULTESA.
Artículo publicado en el nº 1 de Mundo Rural de Tenerife.
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