En los últimos decenios el paisaje ha sufrido cambios radicales en nuestro Archipiélago Canario. Se ha producido una destrucción acelerada del suelo rústico en muchas zonas de Canarias con la eliminación aparejada de miles de hectáreas cultivadas, producto de un terrazgo construido durante siglos y los elementos culturales y etnográficos asociados al mismo. Con ello, también está desapareciendo una concepción social del paisaje en la que el territorio se usaba para satisfacer las necesidades y no para lograr beneficios especulativos, como ocurre actualmente.
La situación creada supone la paulatina destrucción de nuestra identidad debido a un modelo económico descentrado que ha olvidado el necesario equilibrio entre desarrollo y conservación de los recursos naturales y culturales. Elementos que deberían tener un marcado carácter social como la vivienda, por ejemplo, se han convertido en una mercancía más dando lugar a una situación en la que en 2007 habían en Canarias 138.892 viviendas vacías, lo que suponía una de cada siete y que en 2009 el número de viviendas sin vender ascendía a 40.000.
Con esta serie que iniciamos, desde Atamarazayt queremos contribuir a la toma de conciencia sobre la necesidad de defender el paisaje heredado, el suelo rústico y los usos agropecuarios y los valores naturales, como una de las fuentes de nuestra identidad como pueblo.
Las siguientes imágenes corresponden a Tamaraceite, la primera de ellas de 1982 y la segunda de 2010.
FUENTE: GRAFCAN
FUENTE: GRAFCAN
En la imagen de 1982 se aprecia una densidad edificatoria mucho menor y una extensión considerable de los cultivos, dominados por la platanera, tanto al sur de Tamaraceite, como entre este núcleo y Lomo los Frailes. En esa época las fincas solían contar con una vaquería de la que se utilizaba el estiércol para fertilizar los campos, en un circuito que permitía un mejor aprovechamiento de los recursos, ya que las vacas consumían restos vegetales de las plataneras.
Se adivinan también otros cultivos en la zona de Los Cuarteles, en la parte derecha de la fotografía (este). Se aprecian diversos estanques de barro, propios de la zona que una vez abandonados los cultivos sirvieron como campo de juegos para la juventud de la zona.
En la segunda fotografía se puede apreciar la ocupación urbana de la zona, que se ha venido produciendo de forma desenfrenada desde mediados de los noventa del siglo XX, teniendo un crecimiento más lento en la década anterior. Salvo una finca al suroeste de Tamaraceite, no se mantienen cultivos en producción en esta zona (sí un poco más al sur)y la circunvalación a Las Palmas creó una bolsa de suelo objeto de la codicia de diversos promotores urbanísticos y fomentada por el Ayuntamiento de Las Palmas a través del Plan Territorial Parcial denominado Tamaraceite sur.
Todo el suelo agrícola al norte de la carretera general de Tamaraceite ha sido destruido y con él sus infraestructuras hidráulicas, con lo que no son más que un recuerdo para una amplia generación de personas que creció corriendo por estos campos y yendo a jugar a la mareta y al tanque de tantas leyendas.
La ocupación del suelo ha sido brutal sin criterios sustentables y equilibrados, y desde las administraciones y grandes empresas se pretende que siga siendo así, llamando progreso a lo que no es más que masificación, desarraigo, destrucción del patrimonio natural, etnográfico, edafológico e inmaterial.
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1 comentario:
Buen artículo y análisis. ¿Hasta cuando la mafia del hormigón en esta tierra invadida?
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