Estos días se viene celebrando un juicio por la destrucción de una casa del siglo XIX en el municipio de Firgas (Gran Canaria). La casa fue destruida para edificar una urbanización residencial. En el juicio comparecen un ex-alcalde y varias ex-concejalas.
Este municipio se caracteriza por una presión especulativa muy alta. Tanto que el gobierno municipal que salió de las elecciones de 2007 sufrió una moción de censura apenas seis meses después. Su pecado, modificar el Plan General de Ordenación con el fin de reducir la superficie a edificar. No pudieron terminar su tarea.
La especulación urbanística suele pasar por encima del patrimonio y los valores naturales, como es el caso. Se construyen más y más viviendas cuando muchas de las tradicionales se caen literalmente pudiendo ser reutilizadas. La economía de los municipios se basa en el dinero recaudado en las licencias de obras y, por tanto, los gobernantes locales favorecen la especulación en lugar de procurar un desarrollo autocentrado que ponga en valor los recursos del municipio y favorezca una economía alternativa y sostenible en el tiempo.
Prácticas como el clientelismo y el caciquismo, aún vigente, impiden en muchos casos cambios reales y perpetúan conductas tristemente repetidas en gran parte de los municipios.
La toma de conciencia de la población se hace más necesaria que nunca, ya que la destrucción de nuestros recursos naturales y culturales puede ser irreversible pronto y en esa línea, el trabajo municipal que favorezca la participación social de colectivos y personas resulta esencial para acabar con prácticas nocivas como las que denunciamos.
martes, 16 de marzo de 2010
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