viernes, 22 de agosto de 2008

Canarias en la encrucijada medioambiental

Canarias se encuentra en una situación de fuertes desequilibrios territoriales. El modelo económico impuesto esquilma nuestros recursos naturales a un ritmo acelerado en forma de urbanizaciones, turísticas y residenciales, infraestructuras sobredimensionadas, campos de golf,… Todo ello se produce a costa de terrenos con alto valor agrícola o natural que hipoteca de una forma escandalosa nuestro desarrollo futuro al condenar la posibilidad de un autoabastecimiento alimentario en porcentajes superiores a los que ahora tenemos.

En la gestión del territorio por parte de las instituciones públicas no prima la vocación de servicio público al servicio de la colectividad sino la satisfacción de los intereses de constructores y especuladores que quieren hacer creer que su cuenta de resultados determina que la economía canaria sea viable o no. La dejadez de los gobiernos, desde el “autónomo” hasta los ayuntamientos es total, ya que, por ejemplo, 14 años después de promulgarse la Ley de Espacios Naturales de Canarias, que forma parte del Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio y de Espacios Naturales de Canarias, aprobado en 2000, todavía existen muchos espacios naturales sin sus planes aprobados y ello a pesar de que en la Ley de Directrices, aprobada en 2003, se da un plazo de 2 años para culminar este planeamiento.

Todo esto muestra un nulo interés por una auténtica sostenibilidad y la triste realidad de que los planes aprobados en muchos casos no pasan de papel mojado al no haberse puesto en funcionamiento los órganos de gestión correspondientes. La falta de recursos para esta importante cuestión contrasta con la generosidad de los mismos para la construcción de más carreteras, por ejemplo.

En lo que respecta a la urbanización de nuestro territorio, más de lo mismo. Las urbanizaciones se suceden, ahora un poco frenadas por la saturación del mercado, a pesar de la existencia de cientos de miles de viviendas vacías en toda Canarias, algunas de segunda residencia, otras de fin de semana, otras simplemente vacías buscando comprador/a. Las viviendas han dejado de ser una necesidad social para convertirse en un negocio, no se construyen viviendas para que la gente tenga un techo bajo el que vivir sino para hacer compra-venta, hacer negocio. Se trata de un cultivo más, en este caso de un monocultivo destructor, cuyo suelo queda anulado, productivamente hablando. Existen muchas de ellas vacías mientras sus dueños esperan vender a un precio más alto del que compraron, mientras que otros disfrutan de dos, tres y cuatro viviendas en un territorio limitado como el canario. La política de vivienda, desde mi punto de vista, debe estar enfocada a satisfacer las necesidades de la población y no para aumentar cuentas corrientes, por ello debe tener un enfoque público, colectivo y que las viviendas vacías pasen a la circulación de modo que no se construyan más viviendas mientras no haya necesidad de ellas, una política social de la vivienda, vamos.

Para afrontar estos retos y otros, se hace necesaria la construcción de un movimiento ecologista de nuevo tipo, diferente al que hemos sufrido en los últimos años, un movimiento ecologista de carácter nacional canario y autogestionario, apegado a la tierra y a su gente que pueda afrontar de forma autónoma con respecto a los poderes tradicionales los retos que afronta nuestro maltratado país canario.

Fidel Suárez

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