domingo, 8 de noviembre de 2009

Para el amor

Francisco González Tejera

Estoy siempre con los más débiles, los que no tienen nada que perder, llegan en pateras o sobreviven entre sueños rotos, sin trabajo, empobrecidos, explotados por burgueses aprendices de idiotas, que los someten a trabajos inhumanos sin contratos y obligados, obligadas a sobrevivir entre la miseria de los miserables. Prefiero vivir luchando con la esperanza de que las generaciones futuras tengan un mundo mejor, no me importa no verlo, pero si saber que he plantado esas semillas de amor en la madre tierra.

Este sistema tiene muchas formas de matar y navega con sus cómplices políticamente correctos en partidos políticos neoliberales, sindicatos vendidos y organizaciones varias que contribuyen a que cada minuto muera un niño de hambre y sed. Millones de muertes cada día mientras se discuten chorradas en parlamentos integrados por políticos bañados en channel, buscando el próximo negocio, el inmediato pelotazo, la próxima moción de aumento de sus sueldos o chabacanerías varias, siempre a la luz de los candiles de la intolerancia y el racismo con los sectores más empobrecidos de esta sucia sociedad.

Mis enemigos íntimos a veces me acusan de estar siempre al lado de los inmigrantes, de los nadie, de los que no tienen nada, solo ganas de luchar hasta la muerte por los suyos. Yo no contesto, solo miro al mar y despierto mis sueños más bellos de la infancia, donde veía un mundo nuevo repleto de amor, donde las armas se convertían en flores y los cañones servían para llevar el agua en forma de tuberías solidarias a las partes más empobrecidas del planeta. Sueños que todavía con el paso de los años mantengo, se los trasmito a mi hija para que ella sepa que el amor es la alternativa a tanta mugre, a tanto robo, tanto destrozo ambiental de nuestra tierra por parte de unos políticos sin escrúpulos, que gastan dinero público a manos llenas y les importa un bledo malgastar en Tebetos, Tindayas y otras aberraciones, que solo pueden salir de mentes centradas en el enriquecimiento rápido, en comerse nuestra tierra a cachos en carreteras a ninguna parte para llegar cinco minutos antes a ningún lugar.

Yo amig@s, camaradas, herman@s prefiero como Miguel Hernández, seguir hermanado al sol y a los trigos, despertarme tranquilito cada mañana y extasiarme con las gotas de rocío en las hojas de los árboles. No ser uno más de de esa pandilla de saqueadores de esperanzas y seguir cantando como la cigarra, sin pedir nada para mí y exigiendo todo para ustedes, para el amor, para el futuro, para la paz de las estrellas y la flores.

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